En los últimos cinco años, las ventas de vinilos han superado incluso a los CD en mercados como Estados Unidos y Reino Unido. Esta tendencia, que parecía una simple nostalgia, ha ganado adeptos entre jóvenes que nunca vivieron la época dorada del LP.

La calidez del sonido analógico, la portada como obra de arte y el ritual de poner la aguja son parte de la experiencia. Para muchos, es también una forma de resistir la fugacidad de lo digital. Comprar un vinilo es comprometerse con la música.

Sellos independientes, reediciones de clásicos y tiendas especializadas han revitalizado el mercado. Incluso grandes artistas lanzan sus álbumes en este formato con ediciones limitadas y de colección.

El vinilo no solo es un formato, sino una forma de escuchar con atención. En un mundo de playlists infinitas, escuchar un disco completo de principio a fin se ha vuelto una declaración de intenciones.