La pandemia revalorizó nuestros espacios interiores, y con ello, la presencia de plantas se convirtió en algo más que una moda. Numerosos estudios han demostrado que tener vegetación en casa contribuye a mejorar la calidad del aire, reducir el estrés y generar sensación de bienestar. La botánica doméstica es hoy parte de una vida más saludable y consciente.

Plantas como la lengua de suegra, el potus, la palma areca o el aloe vera son fáciles de cuidar y actúan como filtros naturales, eliminando toxinas como el formaldehído o el benceno del ambiente. Además, interactuar con plantas, regarlas o simplemente observarlas, tiene efectos calmantes y puede reducir la presión arterial.

Tener una “jungla urbana” también fomenta rutinas positivas: aprender sobre sustratos, fertilización o poda activa la curiosidad y conecta con ciclos naturales. Incluso en departamentos pequeños, cultivar plantas puede ser una forma de reconexión con la tierra, algo que muchos habitantes urbanos están redescubriendo con entusiasmo.