La Corporación Cultural de Viña del Mar abre un espacio de encuentro y reflexión en torno a la obra de una de las figuras fundamentales del arte del siglo XX. En el marco de la exposición “Del trazo al objeto”, la Sala Viña del Mar (Arlegui 683) será escenario del conversatorio “Roberto Matta: El Arquitecto del Verbo”, el viernes 29 de agosto a las 12:00 horas. La actividad, con entrada liberada y abierta a todo público, invita a mirar de cerca el estrecho vínculo del artista con el grabado, su estética inconfundible y la vigencia de un legado que continúa interpelando a nuevas generaciones.
El encuentro reunirá a la artista Elisa Assler y al investigador Daniel Lagos, quienes compartirán sus perspectivas sobre la obra de Matta, abriendo un diálogo con los asistentes junto al curador de la muestra Justo Pastor Mellado. La instancia busca fomentar la participación equitativa y la escucha activa, invitando a aproximarse a Matta no solo desde la teoría, sino también desde la experiencia corporal, sensible y colectiva.
¿Qué lugar ocupa el grabado dentro de la obra de Matta, considerando que se lo reconoce sobre todo por su pintura?
Daniel: Se ha reflexionado poco sobre eso. La curatoría de Justo Pastor Mellado abrió esa discusión, porque Matta, a nivel universal, es pintor: su mayor impacto está allí. Sin embargo, su incursión en el grabado es muy interesante, porque explota su cualidad de multiplicidad, realizando ediciones grandes e importantes. Gracias a eso, probablemente más gente pudo ver la obra de Matta a través de la gráfica que de la pintura, que suele estar en museos y colecciones privadas. El grabado le permitió, además, vincularse con la literatura y expandir su imaginario hacia otros lenguajes, como se ve en las obras que hoy están en el Palacio Vergara.
Elisa, tu trabajo se centra en el cuerpo como un espacio poroso y en escucha. ¿Qué aspectos de la obra de Roberto Matta te resultan más cercanos?
Elisa: Por un lado, la pintura, el color, el espacio y, sobre todo, su pensamiento en torno a que la vida es una sucesión de experiencias que van construyendo conciencia. Mi trabajo parte desde el cuerpo y he explorado distintas técnicas (pintura, vídeo-instalación, performance, contacto improvisación) siempre desde la idea de que el cuerpo acumula experiencias que abren al artista y a su obra.
>> Matta yo siento que transgrede estilos, prejuicios, épocas. Yo lo encuentro impresionante. Me siento de su misma línea. Como parte de su misma planta.
En tu investigación has vinculado el grabado con el patrimonio y la memoria. ¿Cómo dialoga eso con el carácter onírico y surreal de Matta?
Daniel: Matta nunca deja de ser Matta. Su imaginario, sus formas y estructuras están siempre presentes, independientemente de los temas que aborda. Su estética es inmediatamente reconocible. Nunca abandona del todo el surrealismo clásico de Breton, pero lo expande hacia lo latinoamericano, lo geográfico, lo político. En ese sentido, integra historia, literatura y verbo, pero siempre desde un imaginario propio, que mantiene algo de surrealismo y lo lleva más allá.
Como escritor sobre arte local, ¿cómo situarías a Matta dentro de la historia cultural de Chile?
Daniel: Por su época y contexto vital, Matta alcanzó un nivel de universalidad. Es, sin duda, el gran referente chileno en artes visuales. Es difícil encasillarlo: podría decirse que fue el último de los surrealistas, pero lo que sorprende es su enorme versatilidad. Transita entre la pintura, la gráfica, lo escultórico, los planos, siempre con gran calidad creativa. Esa capacidad de moverse entre lenguajes lo acerca a figuras como Picasso. Además, supo integrar las narrativas de su tiempo (sociales, políticas, verbales) a favor de su obra. Para quienes trabajamos el grabado, sigue siendo asombroso constatar su potencia creativa.
Tú trabajas el cuerpo en transformación y movimiento. ¿Cómo lees los cuerpos que aparecen en las obras de Matta?
Elisa: Los percibo como cuerpos en transformación, en expansión. Hablan de un espacio sin bordes ni marcos, siempre abriéndose y creciendo, como la conciencia misma.
Matta decía que “el ojo es un órgano táctil”. Esta idea resuena con tu investigación sobre el tacto. ¿Cómo ves este “tacto visual” en su obra gráfica?
Elisa: El grabado es una técnica que implica tiempo, capas y una relación muy intensa con la materia: se trabaja la superficie, se la “come” la plancha, hay una especie de cocina lenta. Al mismo tiempo, el grabado se multiplica, se edita, y eso genera movimiento: la obra no es única, se expande en copias, en huellas múltiples.
Como docente, ¿qué vigencia tiene la obra de Matta en el Chile contemporáneo y cómo la propones a nuevas generaciones?
Daniel: Yo soy más maestro de taller que teórico, pero creo que Matta sigue muy vigente porque muchos de sus temas aún nos interpelan: la preocupación social, la identidad latinoamericana, que sigue siendo compleja. Él atendió esos asuntos desde una mirada artística que borraba las fronteras entre lenguajes, algo que hoy es común pero que él ya practicaba. Siempre aliento a mis estudiantes a seguir investigándolo, porque es una figura fundamental para comprender nuestro presente artístico.
¿Cómo se podría invitar a la comunidad a relacionarse con la obra de Matta desde la experiencia corporal y sensible, más allá del conocimiento teórico?
Elisa: A través de ejercicios físicos guiados. En mis laboratorios “Cuerpos Observatoria”, por ejemplo, elimino ciertos sentidos (como la visión) para habilitar otros. Eso abre la posibilidad de expresarse desde el cuerpo. También puede hacerse jugando con las palabras, como lo hacía Matta, abriéndolas y resignificándolas.
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