El ajedrez ya no es solo cosa de clubes de barrio o competencias internacionales. Cada vez más personas redescubren este juego como un pasatiempo estimulante y saludable. La ciencia respalda su práctica: jugar ajedrez mejora la memoria, aumenta la capacidad de concentración y estimula áreas del cerebro vinculadas al razonamiento lógico y la toma de decisiones.

Un estudio publicado en la revista Frontiers in Aging Neuroscience demostró que adultos mayores que practican ajedrez regularmente tienen menor riesgo de desarrollar Alzheimer. En jóvenes, ayuda a mejorar el rendimiento académico y el autocontrol emocional. Además, el juego enseña habilidades como la paciencia, la anticipación de consecuencias y la resiliencia ante el error.

El ajedrez online ha democratizado el acceso, permitiendo jugar con personas de todo el mundo. Pero nada reemplaza la experiencia cara a cara, donde el silencio tenso entre movimientos se convierte en un lenguaje propio. Es un deporte mental, sí, pero también una herramienta social y cultural de gran valor.