El cambio climático y la necesidad de reducir la huella de carbono han impulsado una verdadera revolución en la industria alimentaria. En los últimos años, las proteínas alternativas —provenientes de plantas, hongos e incluso insectos— han ganado terreno en los supermercados y restaurantes del mundo.

Empresas emergentes están desarrollando productos que imitan la textura y sabor de la carne, pero con un impacto ambiental mucho menor. En Chile, algunas startups ya producen hamburguesas y embutidos a base de legumbres nacionales, fomentando además la agricultura local.

Los consumidores, cada vez más conscientes del efecto de su dieta en el planeta, buscan opciones que sean saludables, sostenibles y éticamente responsables. Las generaciones jóvenes lideran este cambio, impulsando una transición hacia un modelo alimentario más verde.

A pesar de la creciente aceptación, aún existen desafíos en materia de precios y percepción cultural. En países donde la carne es parte de la identidad gastronómica, el cambio es lento pero inevitable.

Los expertos coinciden en que el futuro de la alimentación dependerá de la innovación tecnológica y la educación del consumidor. Las proteínas alternativas no son solo una moda, sino un paso hacia un sistema alimentario más resiliente y justo.